Miércoles 22 de octubre, 2014
Tres amigas con hijos
adolescentes, quedamos en encontrarnos en la Glorieta del metro
Insurgentes a las 18:00 hs. “Aprendemos a tomar conciencia desde
la infancia, viendo la lucha de nuestros padres. Tal como fue en
nuestros países”, dijo María, “Llevo aquí, más de veinte
años, he criado a mis hijas, y no regresaría a Chile, excepto por
la violencia y el descaro en el que hoy vivimos” añadió. “¿Tú
piensas en volver?”, metió la pregunta como sable. -No, no por
ahora. Quiero a este país como mío. Ya me he ido, y aquí me ves de
vuelta. Tendremos que hacer todo lo posible para que las cosas
mejoren”, respondí con tristeza.
Nuestros hijos ya
empezaban a caminar. Tres adolescentes, tres madres.
Nos unimos a la
manifestación a la altura de la Palma. Cientos y cientos de jóvenes
estaban allí. No pude calcular cuántos éramos, ¿20mil?, 50mil,
leí después en las noticias. Millones. Algunos que no fueron por
las razones que sean, y que desde sus casas, oficinas, hospitales,
colegios, frente a las embajadas de México en otros países,
comparten el dolor y la congoja por la cual allí estábamos.
Confieso que ver a los
jóvenes, fue lo único inspiró un poco de esperanza aquella tarde.
Sentir sus ganas de cambio, ver la fuerza en sus ojos, y sobre todo,
la paz y la calma con que se dirigían. Pensé en nosotras tres
latinoamericanas: Perú, Chile y Argentina. Éramos de otra
generación, habíamos llegado México, casi dos décadas atrás. A
un México que funcionaba como refugio ideológico, económico;
social. Un país creciente, solidario, que recibe a todos los
extranjeros, alegre, festivo, un país que es un como una madre que
abraza, aquel país que habíamos venido buscando hacía casi veinte
años. Este país hoy sangra. La imagen disuelta, golpeada, machacada
contra la realidad. Una realidad atroz en la que vivimos. Cuarenta y
tres estudiantes desaparecidos por la fuerza. El Gobierno involucrado
con el narco. Tumbas, fosas, violencia. Asquerosa impunidad. Agonía
de los padres, amigos, hermanos, familiares y la sociedad toda, que
pide justicia. Un Estado que no responde. Mentiras. Engaños y de
nuevo impunidad.
Silencio por parte de
quienes deben actuar. Silencio y cobardía. Silencio y complicidad
con los autores del terror.
Asco.
-”Después del
semáforo, macharemos callados”. Fue la consigna. La velas
comenzaron a encenderse. Se sentía la indignación contenida, el
dolor de los horrores, el acompañamiento a la familias. Las
pancartas parecían cobrar vida. Un hombre llevaba una túnica blanca
en su espalda con un dibujo de una pistola apuntando. Así habrán
sentido los miles de muertos caídos en manos de los que siembran la
violencia y el terror en esta tierra.
Nadie hablaba. El
silencio oscuro y la tristeza.
Miré a nuestros hijos.
Allí estaban los tres, caminando delante nuestro. Ellos que
elegirían carrera, universidad, amigos, pareja, que nacen libres y
creen en el amor a su patria. Ellos cantaban “Vivos se los
llevaron, vivos lo queremos” con el horror de saber que viven en un
país donde ser joven es un delito.
La sociedad se vuelve
cómplice cuando no exige justicia. Cuando volteamos el periódico,
pagamos el café y seguimos viviendo como si nada hubiera pasado. No
queremos un país así para nosotros y mucho menos, para nuestros
hijos. Por eso luchamos. Por ello creemos. Seguimos.
“Vivos se los llevaron,
vivos los queremos”. Al día de hoy no aparecen.
Pasaron minutos, horas,
días y no aparecen. Para un padre que su hijo continúa desparecido,
el tiempo es otro. Muy distinto al del banquero o la señora que
arregla sus unas frente al televisor y cree que todo esto le es
ajeno.
“Me duele México”,
fue lo último que dijo mi hijo cuando llegamos a casa. Lo abracé.
Guardamos silencio. A mi también, fue la respuesta.
Hoy, 03 de noviembre
siguen sin aparecer. El dolor y la rabia aumentan.
Cada día más
desinformación.
Más silencio. Cobardía.
¿Qué espera el
gobiernos? Que todo se termine. Que ya nadie reclame. Que pase esto,
como pasaron tantas cosas.
No. No debemos
permitirlo. Como sociedad, lo único que podemos hacer es no
callarnos.
E
Este miércoles 5 de
noviembre está convocado un paro nacional. ¡No consumas! Es tood lo
que se te pide, no consumas. ¿Marcha? Sí el miércoles 5 de
noviembre a las 16hs., de Los Pinos al Zócalo.
Participa. No seas
cómplice.