Esta vez, ni la valentía podría
salvarnos. La sangre lo ha impregnado todo; no queda espacio para
amar... y sin embargo sigo recordando lo que me prometiste.
¿Ignorabas quién eras? ¿Creíste, realmente, que podías darme
aquello que no tenías? ¡Que inocentes y tristes somos, cuando el
amor nos ata a la cama y nos hace amanecer de placer! ¡Cuan grande
nos creemos! Ingenuidad y arrogancia exhibida para amar. ¡Dios mío,
cuanta fealdad percibo!
A pesar de todo, no hay rencores que
recordar; si me hubiera ofendido, quizás entendería mejor. Mas el
amor no se marchita porque tú lo mandes.
Las mentiras nos han ahogado. Ahora que
estamos muertos, me pregunto ¿existirá una verdad que nos haga
resucitar?
Lejos, en otros mares, busco un alma
donde descansar.
Construimos tantas cosas en el aire, que yo no sé como no nos tropezamos con ellas... Y parece que el invierno rompe corazones, vaya...
ResponderEliminar"Construimos tantas cosas en el aire, que yo no sé como no nos tropezamos con ellas", me ha fascinado. ¿Puedo usarla? Es genial.
ResponderEliminarNo, el invierno no rompe corazones, somos nosotros mismos.
Excelente.
ResponderEliminarY si... somos nosotros. ¿Por qué a veces es tan difícil?... no, perdón... ¿por qué a veces lo hacemos tan difícil? Nos gusta complicarnos...
Tal vez porque es la única forma que conocemos de no aburrirnos en la vida.
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