lunes, 8 de junio de 2009

en mi hombro derecho




Y sentí tus besos, y te besé.
Y mordiste mi lóbulo derecho, y supe que estabas ahí. Porque las palabras pronunciadas, muchas veces, duelen menos que el silencio. Y porque sólo conociéndote puedo amarte. Y porque la sola sospecha de tu ausencia ensombrece mi alegría.
Y sobre todo, sin excusas, porque desde que apareciste y me entregaste el calor de tus palabras y la fuerza de tus caricias, entendí qué sentido alcanzan las emociones. Y aun así sin saber cómo andar por este sendero que a veces pánico me produce, así tomo tu mano y me vuelvo a sentir segura.