lunes, 3 de noviembre de 2014

No parar, hasta que aparezcan



Miércoles 22 de octubre, 2014


Tres amigas con hijos adolescentes, quedamos en encontrarnos en la Glorieta del metro Insurgentes a las 18:00 hs. “Aprendemos a tomar conciencia desde la infancia, viendo la lucha de nuestros padres. Tal como fue en nuestros países”, dijo María, “Llevo aquí, más de veinte años, he criado a mis hijas, y no regresaría a Chile, excepto por la violencia y el descaro en el que hoy vivimos” añadió. “¿Tú piensas en volver?”, metió la pregunta como sable. -No, no por ahora. Quiero a este país como mío. Ya me he ido, y aquí me ves de vuelta. Tendremos que hacer todo lo posible para que las cosas mejoren”, respondí con tristeza.
Nuestros hijos ya empezaban a caminar. Tres adolescentes, tres madres.
Nos unimos a la manifestación a la altura de la Palma. Cientos y cientos de jóvenes estaban allí. No pude calcular cuántos éramos, ¿20mil?, 50mil, leí después en las noticias. Millones. Algunos que no fueron por las razones que sean, y que desde sus casas, oficinas, hospitales, colegios, frente a las embajadas de México en otros países, comparten el dolor y la congoja por la cual allí estábamos.
Confieso que ver a los jóvenes, fue lo único inspiró un poco de esperanza aquella tarde. Sentir sus ganas de cambio, ver la fuerza en sus ojos, y sobre todo, la paz y la calma con que se dirigían. Pensé en nosotras tres latinoamericanas: Perú, Chile y Argentina. Éramos de otra generación, habíamos llegado México, casi dos décadas atrás. A un México que funcionaba como refugio ideológico, económico; social. Un país creciente, solidario, que recibe a todos los extranjeros, alegre, festivo, un país que es un como una madre que abraza, aquel país que habíamos venido buscando hacía casi veinte años. Este país hoy sangra. La imagen disuelta, golpeada, machacada contra la realidad. Una realidad atroz en la que vivimos. Cuarenta y tres estudiantes desaparecidos por la fuerza. El Gobierno involucrado con el narco. Tumbas, fosas, violencia. Asquerosa impunidad. Agonía de los padres, amigos, hermanos, familiares y la sociedad toda, que pide justicia. Un Estado que no responde. Mentiras. Engaños y de nuevo impunidad.
Silencio por parte de quienes deben actuar. Silencio y cobardía. Silencio y complicidad con los autores del terror.
Asco.


-”Después del semáforo, macharemos callados”. Fue la consigna. La velas comenzaron a encenderse. Se sentía la indignación contenida, el dolor de los horrores, el acompañamiento a la familias. Las pancartas parecían cobrar vida. Un hombre llevaba una túnica blanca en su espalda con un dibujo de una pistola apuntando. Así habrán sentido los miles de muertos caídos en manos de los que siembran la violencia y el terror en esta tierra.
Nadie hablaba. El silencio oscuro y la tristeza.

Miré a nuestros hijos. Allí estaban los tres, caminando delante nuestro. Ellos que elegirían carrera, universidad, amigos, pareja, que nacen libres y creen en el amor a su patria. Ellos cantaban “Vivos se los llevaron, vivos lo queremos” con el horror de saber que viven en un país donde ser joven es un delito.


La sociedad se vuelve cómplice cuando no exige justicia. Cuando volteamos el periódico, pagamos el café y seguimos viviendo como si nada hubiera pasado. No queremos un país así para nosotros y mucho menos, para nuestros hijos. Por eso luchamos. Por ello creemos. Seguimos.

“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Al día de hoy no aparecen.
Pasaron minutos, horas, días y no aparecen. Para un padre que su hijo continúa desparecido, el tiempo es otro. Muy distinto al del banquero o la señora que arregla sus unas frente al televisor y cree que todo esto le es ajeno.

“Me duele México”, fue lo último que dijo mi hijo cuando llegamos a casa. Lo abracé. Guardamos silencio. A mi también, fue la respuesta.


Hoy, 03 de noviembre siguen sin aparecer. El dolor y la rabia aumentan.
Cada día más desinformación.
Más silencio. Cobardía.
¿Qué espera el gobiernos? Que todo se termine. Que ya nadie reclame. Que pase esto, como pasaron tantas cosas.
No. No debemos permitirlo. Como sociedad, lo único que podemos hacer es no callarnos.
E
Este miércoles 5 de noviembre está convocado un paro nacional. ¡No consumas! Es tood lo que se te pide, no consumas. ¿Marcha? Sí el miércoles 5 de noviembre a las 16hs., de Los Pinos al Zócalo.

Participa. No seas cómplice.