jueves, 25 de marzo de 2010

Sombras

Ser la sombra de lo que alguna vez creí, es como intentar quitar el moho de la pared a la cual jamás le ha dado el sol.
Nada en particular. Sólo unas cañas. Beber un poco; resistir. No sé por qué lo hizo. No me queda claro qué motivos tiene, qué le despierta. Tal vez la misericordia, tal vez un gajo de justicia. Darme una porción de aquello que alguna vez prometió y que por falta de experiencia, buenos consejos, y sobre todo, porque el designio así lo marcó, él no cumplió su palabra. ¿Que más da eso ahora? No tiene importancia alguna. Sin embargo hoy miró mis ojos miel metálicos y volcó mi alma. Sus palabras provienen de una lengua jamás comprendida; y aún así siempre escuchadas. Caladas. Talladas. Ni hubo ni tiempos, ni distancias, ni dolores que las borraran.
Y la tarde pasó. Como los días, los sueños. Y me fui desmoronando. Quedé fría. Me fui muriendo. No se veía ya mi rostro tras el espejo.
Mi sonrisa jamás volverá a ser la misma.
El tiempo nos gana a todos.