martes, 20 de octubre de 2009

Something different




Entré al hospital, ya sin venda; deseando salir corriendo –literalmente hablando- lo antes posible. ¡Que fastidio! Sentada en una silla de ruedas, me llevaron de una sala a la otra, hasta que por fin me metieron en un consultorio. Vieron la radiografía de la semana pasada un par de veces y después de algunas deliberaciones, la bella y joven doctora, dijo: "Llevarás férula. Te haremos una escayola. Seis semanas ". En automático respondí: No.
Yo, que creí que ese mismo día estaría lista para regresar a mis calles de Madrid, a los bares y la gente que comenzaba a extrañar; yo, volví a equivocarme. Acostada en la camilla, no hubo ni "nos", ni corridas, ni hostias. Terminé con una férula de punta a punta de mi pierna izquierda y como remate, un par de muletas.
Hoy, veo pasar las cosas desde mi ventanita interior. Aquello tan simple y mecánico como el café matutino; ponerme unos jeans y salir con pelos parados a llevar a Estanis a la escuela, o tomar mate desde la rivera de mis sábanas, hoy se ha vuelto un poco más que complicado. Algunas tareas, -más de las imaginables- se son directamente impensables. Como por ejemplo el café y llegara al cama sin tirarlo, o mis deseos de fumar que me recuerdan que vivo en un precioso ático de Madrid y que si algo me había gustado del lugar era su "laberíntica" entrada y me quedé sin tabaco, entre los miles de etcéteras que se me ocurren.
En el caleidoscopio de la vida, todo se trasforma. Ha cambiado mi perspectiva. Lo que damos por obvio, sólo con que nos falte un día comprendemos su importancia.
Recostada y con la pata dura, le pongo mi mejor sonrisa y actitud a estas nuevas semanas de convivencia con la Realidad y me dispongo a encontrarme de lleno con las letras y mis afectos más cercanos.