sábado, 21 de febrero de 2009

Un poco de chat


Necesito urgente reponer mi grabadora digital, esto de manejar e intentar escribir, no lo veo muy seguro, trataré de llegar a mi laptop lo antes posible. Abrí el chat; ahí estaba Z. El icono color verde indicaba “disponible”. Y sí, Z siempre parecía estar disponible, tal vez no sólo para mi, como me hubiera gustado, pero así cabronamente disponible. La humedad de mi sexo me exigió ignorar esta tontería.

Yo: Hola- escribí, tardó menos de dos minutos en contestar.

Z: - hola.

mmmmmm si no me pongo creativa, pasaremos así toda la mañana, pensé.

Yo: cómo te amaneció?- (puse). Lo bueno del chat es precisamente eso, que puedes crear el papel que desees, inventas personajes, historias, juegos de palabras. -Jajaja (añadí antes que él contestara). El humor es uno de mis condimentos favoritos antes del sexo.

Z: amaneció vivo; contestó y añadió su clásico jajaja.

Más de la mitad de las conversaciones que he tenido con este chico han sido vía cibernética y la mayoría de ellas se parecen más a un juego de ajedrez que a una historia epistolar; mover las fichas con precisión, contestar rápido, medir; decir lo justo; estrategias. De eso se trata. Es muy sexy pensar qué siente el otro, lo que imagina; verlo tocarse, su labios retorcerse, es como entrar en su sexo; un homenaje cinematográfico. A veces ponemos la cámara, mmm que delicia...; me fascina; hoy tengo más ganas de sentir que imaginar, estoy cachonda y no ando de mucho humor creativo.

Yo: rico, contesté; y ya no puse jaja.

Z: -mmm-.

Elocuente respuesta, pensé.

Z: - K haces?- escribió, siete minutos después.

Yo: -jugando.

Silencio. Ambos muñequitos siguen en verde; disponibles. Silencio. Cada uno pensando sus movimientos y las estocadas. Una faena interesante, sin reglas ni límites de tiempo; donde el resultado puede tener las variaciones menos imaginadas desde terminar en una cita de tres, hasta cerrar el messenger con sentimiento de frustración por no haber podido lograr lo que anhelabas. Juego fantástico que no termina, hasta que se acaba. Debía esperar un poco.

Tomé un trago largo de mi café.

Z- a k juegas? preguntó. Podía imaginar su expresión escribiendo esto; mi ansiedad fue profunda.

Yo: a imaginar que te encuentro en el chat y dices que te escaparás para venir a verme...

Z: suena muy bien... - agregó.

Yo: te espero?

Otros minutos de silencio. No sabía si había echo bien en pedirle que viniera, a veces él sólo desea fantasear en el cyber espacio. Pero no puede ser siempre lo que Z quiera, esta mañana estaba very hot para mi.

Z: en media hora. Diré que estoy en junta. Tengo 45 min.- Sentenció al fin.

Mis ansiosos dedos se abalanzaban sobre el teclado para contestar un gigante Sííí!!!!. Me detuve. “Con calma”, me dije. Tardé unos minutos responder. “Es tu turno de comer un ansiedad” pensé. Nuevamente los muñequitos verdes encendidos; silencio.

Yo: Ok (rompí mutismo) te espero en la tina; dejaré la puerta abierta. por fa, no olvides mi jugo de mandarina recién exprimido; va? Un besito, bye. Cerré mi sesión. Abrí el agua, llené la tina y preparé la cámara de video, la dispuse de manera que se pudiera filmar todo. Desde mi celular envíe un mensaje: esta mañana estoy entregada a mi mundo creativo; después te hablo. Lo apagué y me zambullí en la espuma.


viernes, 20 de febrero de 2009

sangre

voraz animal que me persigue; me alejo, me escondo, huyo; me encuentra; clava sus dientes; filosos colmillos; rasga mi pecho, lo abre, explota; brota mi sangre, caliente, roja, espesa; me duele, me excita; llora mi ansiedad satisfecha; esta noche ha muerto

jueves, 19 de febrero de 2009

Crear


Crear, crear, crear; hay momentos que deseo crear una nueva vida. Un personaje que se parezca a mi, pero que fuera distinto. Conservaría algunos recuerdos, souveniers de lo que fui; cosas que quepan en un maleta.

Nada de eso.

Hay días que pienso en cambiar quien soy y transformarme en un ser distinto. Tal vez lo anterior ni sea necesario; si sólo moviera algunas de las piezas del ajedrez entonces podría probar ser otra. Me gusta quien soy, es cierto, pero estoy cansada. Hace rato ya, y no consigo dejar de estarlo. Mis tiempos de ocio son suficientes, los del goce también, la recreación tampoco es el problema; sin embargo esta sensación (porque es una sensación nada más) irremediablemente aparece; a veces un miércoles, otras un sábado; no importa si es feriado o estoy repleta de trabajo; se presenta y se instala. Abrir un círculo nuevo ayudaría bastante, aunque a veces la pereza de hacerlo es lo que me detiene. Ni siquiera la pereza de hacerlo, yo para eso ignoro la este pecado capital, sino el presentimiento del desenlace, es mi desaliento. Me gusta quien soy, mi mundo; reo que porque tanto me gusta, es que debo aprender cuidarlo mejor, a cerrar mi interior, no permitir que cualquiera sienta que tiene derecho de entrar, no señor. Existen reglas en esta casa; a veces parezco olvidarlas.

Me pierdo.

En este afán tan mío de buscar conexiones, en mi ansiedad del encuentro mágico, es la premura la que gobierna mis emociones. Abro mi intimidad, mi cama, mi vida; afloro. Compartirlo me encanta, simplemente me encanta, luego pago con el dolor del abandono y la huída. Al entregarme, doy una parte de mi, no sé separarme, dividirme. Para cuando debo hacerlo, ya estoy desfragmentada. Soy la que parece capaz de todo, sin embargo no lo soy, solo aparento. Tengo tanto miedo e intentos por esconderme, que al final del círculo termino no siendo; me convierto en mis personajes, tan honestos y sinceros, pero no dejan de ser eso: un personaje. Y otra vez me desfragmento.

Esa soy yo.

Un ser integro, cosido por finos hilos de retazos propios. Sé que una vez soñé ser quien soy y la vida que tengo. Hoy deseo imaginar otra, proyectarla; no sé si será falta de inspiración, o que los horizontes los veo cortos, pero no se me ocurre que vida inventarme; entonces escucho vidas ajenas, las observo, me zambullo en ellas; anhelo tomar algo y hacerlo mío, y cuando vuelvo a girar encuentro que otra vez lo he contaminado. En vez de escuchar, hablé con mi ego hasta el tope, una vez más me siento triste por no poder dejar de ser yo misma; ni al escribir estoy en tregua. Este canto desesperado y agotador de continuar el mismo sendero a pesar saber que no conduce a la meta deseada, es un trabajo que se diluye.

Ego, con él o sin él, estoy en problemas.