jueves, 24 de febrero de 2011

Del otro lado

Lo frágil del instante. El detalle; la clave.
Como a un viejo amor adolescente, atrapado en el corazón de una jovencita que mira por el trasluz del caleidoscopio el pasar delas las bochornosas horas de las tardes veraniegas, mientras sueña el beso de su amado doliente y dulce. La caricia soñada hasta el agotamiento, pero jamás entregada, cuando el sol tenue resbala lento por las mejillas de la virgen. Como los ojos perdidos de los viejos, que buscan sus ayeres con afán y esmero; y sus recuerdos juveniles son el elixir que esta vida or permite disfrutar. Y se pierden en monólogos de pueblos ahora desiertos y seres que ya están muertos; y ni aún así asumen su destino. Como los niños ingenuos, que no cargan pasado alguno y su futuro imaginario dura menos de 15 horas hasta el próximo instante en que piensen que la muerte es un juego. Así, con un pie dentro y otro fuera, es el sabor de mi nostalgia.